De: Facundo L. F.
Para: Magdalena Vermús
Asunto: Necesito ayuda
Magdalena, he decidido acudir a ti porque estoy muy desesperado. Al principio con lo mío tenía suficiente, pero me fui enganchando y tuve que pedir a mis familiares, amigos, vecinos... Al cabo de un tiempo ya pierdes la vergüenza y se lo pides al frutero, al carnicero, a desconocidos, en ONGs o incluso he llegado a pedírselo al párroco de mi barrio. Al final no te queda más remedio que robarlo. Si esto sigue así me voy a ver obligado a atracar un banco. No quiero hacer daño a nadie, pero es que estoy seco y necesito mi dosis. Necesito ayuda. No veo la luz al final del túnel. Gracias por tu comprensión.
Facundo.
De: Magdalena Vermús
Para: Facundo L. F.
Asunto: re: Necesito ayuda
Querido Facundo. Sin duda tu caso merece toda mi atención. Sin embargo, me temo que si no aportas más datos no habrá forma de ayudarte. No hagas ninguna cosa de la que puedas arrepentirte. Espero tu próximo email.
Besitos:
Magda
De: Facundo L. F.
Para: Magdalena Vermús
Asunto: re: re: Necesito ayuda
Disculpa mi anterior email Magdalena. Estaba muy angustiado, no veía la luz al final del túnel y no sabía a quién acudir. Te lo explicaré brevemente para que me entiendas. Todo comenzó hace más o menos un año. Esa noche me quedé solo en casa, bajé al videoclub y me alquilé
La lista de Schindler (que es una de mis favoritas). Mientras veía la película me la empecé a cascar. Cuando iba la historia ya mediada como estaba embebido en el argumento me empecé a correr y no miré bien dónde estaba apuntando. El caso es que no me di cuenta y el chorro cayó en el tarro de las palomitas. Al primer puñado, noté un sabor que no sabría cómo describir. De pronto caí en la cuenta de que las palomitas llevaban mi "salsa especial". Al principio fui presa del pánico, pero luego no sé si fue la idea de los pobrecitos niños pasando hambre en África o eso que decía mi abuelito de que hay que comerse todo lo que está en el plato o qué. De cualquier modo, era la única bolsa de palomitas que me quedaba en casa. Así que hice lo que cualquiera en mi lugar habría hecho: me las comí todas y acabé relamiendo el fondo del tarro. Ése fue el comienzo de mi particular adicción y el inicio del calvario que te comenté en mi anterior email. En un principio tenía para autoabastecerme, pero conforme iban aumentando mis ansias me vi en la triste tesitura de tener que mendigarlo a mis amigos, familiares... hasta llegar al punto de que se me ha pasado por la cabeza la idea de asaltar un banco de esperma que hay cerca de mi barrio. Quizá sea lo mejor meterme una sobredosis y acabar de una vez por todas con este infierno que me consume. Confío en ti. Muchas gracias, Magdalena.
Facundo.
De: Magdalena Vermús
Para: Facundo L. F.
Asunto: re: re: re: Necesito ayuda
¡¡¡Os lo tengo dicho por activa y por pasiva!!! Empezáis como si fuera un juego, por hacer la gracia o por llamar la atención delante de vuestros amigos y no os dais cuenta de que estáis jugando con fuego. Os engancháis sin querer y luego ya no hay vuelta atrás. Por fortuna no estás solo, Facundo, he ayudado a muchos más como tú. Existe una sociedad sin ánimo de lucro que tiene los medios para socorrer en casos como el que me cuentas. Su nombre es TLA (Tragadores de Lefa Anónimos). Puedes escribirles un email o ponerte en contacto con ellos de cualquier otra forma. Busca su número en la guía de tu ciudad (tienen sucursales en las capitales más importantes). Espero que la próxima vez que hablemos te hayas pasado a la leche condensada.
Un besito... o casi mejor un abrazo:
Magdalena